Esta semana ha tenido lugar el primer curso de humanidades digitales y edición digital académica impartido en Cuba y organizado por el Laboratorio de Innovación de Humanidades Digitales de la UNED, con la participación de las profesoras Elena González-Blanco (UNED) y Gimena del Río (Conicet, Argentina).
El curso se ha celebrado en el Centro Martin Luther King de la Habana y en él han participado alumnos y profesores de diferentes instituciones del país, entre las que destacan la Facultad de Comunicación de la Universidad de la Habana, el Instituto de Historia de Cuba, la editorial Cubaliteraria, el portal Cubarte y la Fundación Fernando Ortiz. El evento ha sido todo un acontecimiento en la isla caribeña que constituye un pistoletazo de salida para poder comenzar el camino de instauración de esta nueva disciplina de “Digital Humanities”, que en el mundo hispánico se ha consolidado especialmente con fuerza en los últimos 5 años como “Humanidades Digitales” en español y ha posibilitado la creación de diferentes actividades formativas, asociaciones y proyectos , todos ellos con un carácter fuertemente interdisciplinar y colaborativo en países como Argentina, Colombia, Chile, México, Perú y Uruguay, entre otros.
La iniciativa llevada a cabo en Cuba pone sobre la mesa las necesidades de comunicación y colaboración con otros países en los que la disciplina goza de mayor andadura. Es toda una experiencia impartir un curso en un lugar en el que la riqueza cultural es inmensa, y aún muy poco digital, y sin embargo las infraestructuras digitales son comparativamente menores que en otros lugares, y en algunos casos, apenas inexistentes: (la conectividad a internet y el wifi en lugares públicos escaso y con una potencia ínfima que no permite abrir ni la tercera parte de las páginas en las que habitualmente trabajan los proyectos de Humanidades Digitales), y las posibilidades económicas de investigadores y estudiantes de adquirir licencias de software internacional o de asistir a un congreso externo, es prácticamente imposible con sus propios medios a no ser que haya patrocinios externos internacionales.
La riqueza cultural y de datos de proyectos, la calidad formativa de los alumnos y especialmente el interés de los mismos ha sido la nota que ha marcado la trayectoria del curso, a partir del cual, más allá del marcado de los propios textos cubanos se ha comenzado a consolidar la primera comunidad de humanistas digitales en la isla caribeña, con proyectos ya tangibles como los de periodismo de datos, como www.postdata.club, las publicaciones digitales de la editorial Cubaliteraria las ediciones realizadas por la Fundación Fernando Ortiz o el proyecto de catalogación de manuales escolares Manes que ya contaba con una colaboración en su base de datos del Instituto de Historia de Cuba en la Habana.
Lo que está claro es que el panorama internacional de las Digital Humanities está basculando cada vez más hacia las Humanidades Digitales y que la presencia hispana y latinoamericana está cada vez más vigente en el mapa, pero no solo a modo testimonial, sino también contribuyendo a transformar las necesidades, las perspectivas y los diferentes campos de aplicación de la propia disciplina.
Ha sido un honor poder participar en este curso y asistir a este “alumbramiento” de la comunidad de Humanistas Digitales en la Habana, crisol cultural de gran riqueza, bañado por la música de la salsa y por la herencia de lo que aún hoy muchos siguen llamando la “Madre Patria”, para referirse a España. Hemos de agradecer especialmente a Maytée García Vázquez todos los esfuerzos realizados para conseguir que este curso se haya convertido ya en real y maravilloso.
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Como testimonio, recogemos las palabras del investigador de la Fundación Fernando Ortiz, el Dr. Aurelio Francos Lauredo, que tan generosamente nos ha dedicado estas palabras:
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Dr. Aurelio Francos Lauredo
Investigador
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A inicios de esta semana, mientras las temperaturas habaneras empezaban a hacernos dudar que aún estemos en el mes de mayo, los asistentes al primer curso sobre humanidades digitales impartido en Cuba por el Laboratorio en Innovación de Humanidades Digitales de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) vivimos una experiencia intelectual tan amplia como concentrada, que me ha hecho meditar sobre algo simple y complejo a la vez: somos humanos, somos digitales.
Gracias a la eficiente coordinación realizada con dicho Laboratorio por Maytée García (editora de Cubaliteraria, la editorial electrónica del Instituto Cubano del Libro), de la noche a la mañana aquellos autores, títulos e instituciones que habíamos ido descubriendo en los últimos tiempos acerca de este nuevo campo del conocimiento pasaron de estar on-line a tenerlos on-life.
De pronto no había que teclear una dirección electrónica para que se fuera cargando y abriendo lentamente cierta web hasta alcanzar leer su contenido… con solo levantar una mano, las profesoras detenían el hilo de su explicación a dúo para responder preguntas o dudas que nos iban surgiendo en tiempo real, realísimo! Teníamos delante el conocimiento y la experiencia acumulados durante años dedicados con rigor y profundidad a las humanidades digitales por Elena González-Blanco y Gimena del Río, directivas de las sociedades de H.D. en España y en Argentina, respectivamente.
Expertas en la materia y en el arte de impartirla, no sólo transmitieron el contenido previsto sobre edición académica digital, periodismo de datos, etc. -entre consejos que anoté cuidadosamente-, sino que nos sugirieron cómo empezar a aplicar esos elementos en las condiciones específicas de Cuba. Fue entonces cuando pensé decirles algo que finalmente no me pareció necesario, como ahora me es imposible dejar de mencionarlo: mi desarrollo personal y profesional ha estado influido en gran medida por los vínculos hispano cubanos -nieto de emigrantes de Asturias y Galicia a América, investigador a cargo del Archivo de la Palabra: Españoles en Cuba, Doctor por la Universidad de Alcalá- en medio de lo cual cobra un significado especial para mí, como para gran parte de la sociedad cubana, aquella oleada de intelectuales españoles que nos llegó tras el fatídico 1936, muchos de ellos invitados por Fernando Ortiz a través de la Institución Hispano-Cubana de Cultura hace unos ochenta años…
La repercusión de dicha oleada no ha hecho más que ampliarse con el paso del tiempo, por la participación que tuvieron en ella genuinos exponentes de múltiples campos del saber: literatura, historia, geografía, etc. protagonizados por la figura de Juan Ramón Jiménez, cuyas conferencias y publicaciones aún estudiamos y reimprimimos con igual deslumbramiento de quienes estrecharon sus manos y sintieron sus digitales pulsos en La Habana de 1937, de cuando data esta edición cubana de “Platero y yo” que tanto me dice todavía.
Ocho décadas después, tengo la certeza de haber asistido a un nuevo ejemplo de intercambio que trascenderá las instituciones españolas y cubanas que lo hicieron posible, aunque nunca llegaremos a agradecerles como merecen.
A.F.L.